jueves, 1 de agosto de 2013

Prácticas Escolares: El Archivo General del estado de Guanajauto y La Biblioteca Armando Olivares (parte 2)

Antes de empezar, una disculpa por no poder escribir tanto como quisiera, aunque es verdad que mi horario está mucho más organizado que a principios de semestre y esto me permite dedicarme a muchas de las actividades que a mí me gustan, a veces las personas no respetan estos horarios, mucho menos la vida. Por lo que, con el inicio de semestre a la vuelta de la esquina y una reprogramación de horario con trabajos, libros y demás actividades que me permiten crecer, es díficil el tener ese espacio que todo escritor adora, un espacio de convivencia entre sus ideas y el soporte en el que se desean sembrar, cuidar y desarrollar, esperando que lleguen a las personas y produzcan un efecto en ellas. Al menos esto es lo que el arte de escribir me ha dejado. Por lo que, después de esta pequeña reflexión y sincera nota de introducción, empecemos con la entrada del mes (probablemente la única del mes, buuuuuuu).

Continuamos con las memorias y experiencias de esta aprendiz en el Estado de Guanajuato, las cuales deje pendiente, primero, porque estaba saturada de trabajos finales y segundo, porque a veces el dejar que el paso del tiempo haga estragos en la memoria de uno, permite que éste se enfoque y vea sólo lo esencial.

 Al parecer esta visita, me da suficiente material para andar publicando un buen rato, realmente rindió frutos y dejó una profunda huella en mí. Al final, todo lo que vivimos, sentimos y pensamos nos deja algo para poder crecer y desarrollarnos conforme a nuestras decisiones y acciones. Y esta vez, la entrada sobre esta práctica escolar va a describir una de las bibliotecas más bonitas que he visitado dentro del país, la Biblioteca Armando Olivares. Está ubicada cerca de Av. Juárez y puede pasar fácilmente desapercibida porque su fachada es muy sencilla. Me recuerda mucho a esas construcciones burguesas de apariencia sencilla, pero que en su interior contiene un recinto decorado y arreglado con exquisitez, un palacio oculto dentro de un edificio simple. En sí la biblioteca, tiene una estructura de dos pisos con los estantes pegados a las paredes. ¿Recuerdan la biblioteca de la Bella y la Bestia? Los libros todos pegados a la pared y en el centro estaban las mesas para consulta, incluso, muchos opinamos que parecía el interior de una iglesia y no nos equivocamos pues este edificio pertenecía a uno de los muchos conventos de la Ciudad de Guanajuato, que en el momento de quitarle los bienes y propiedades a la Iglesia por las Leyes de Reforma, estos pasaron a ser parte del gobierno y pues ahora, es una biblioteca que pertenece a la Universidad de Guanajuato.

Entramos quince personas junto con la Dra. Silvia Salgado (una excelente Doctora que se ha ganado el aprecio y admiración de muchos alumnos bibliotecólogos por sus grandes conocimientos en libro antiguo) para aprender más sobre este recinto guardián de múltiples textos en distintos idiomas y de diversos temas. Dentro de la biblioteca nos llevaron hasta el final del pasillo, donde había dos salas a los costados, una de ellas guardaba el Fondo Conventual de la Biblioteca y la otra era una sala con una gran mesa en el centro y varias sillas, sobre la mesa había muchos libros que se exhibían bajo una luz tenue, el aire acondicionado estaba algo fuerte así que el cambio de temperatura fue un poco brusco para todos los presentes, pero este clima es perfecto para la conservación de los materiales y eso es una constante en muchas de las bibliotecas que he visitado.

Una vez que todos los compañeros y maestros se sentaron en las sillas, la bibliotecaria nos empezó a explicar el funcionamiento de la Biblioteca, su historia y sus colecciones. Contiene alrededor de 60,000 volúmenes, en diferentes idiomas, tamaños, formas de confección, materiales y temáticas. Realmente una biblioteca revela mucho de las personas que la usan, en este caso la Biblioteca Armando Olivares tenía muchos acervos sobre religión, derecho, geografía e historia. Una colección útil para la Universidad que la cuida. La mayoría de los trabajadores de esta biblioteca, son historiadores y son sólo tres, así es tres personas para este recinto enormeeeee, con mucho material para catalogar, con más material para ubicar en un espacio más amplio y no sólo una simple adaptación de edificio. Estos historiadores realmente tratan de dar su mayo esfuerzo para que estos libros y los usuarios aprovechen este espacio, esfuerzos que son loables pero que por falta de apoyo de diferentes entidades, no se logra mucho avances. Por ejemplo, los libros que tienen un formato mayor al tamaño carta, es decir los que tiene el tamaño de un atlas, están ubicados de una manera bastante curiosa. Acostados sobre su lomo, encajonados entre otros libros más pequeños y la mitad de su largo sobresale del estante. Un libro que ya tiene sus añitos, en esas condiciones probablemente dure menos que estando en un lugar apropiado para su tamaño. Estas y otras pequeñas cosillas surgieron mientras observaba esta Biblioteca.

Los recuerdos ahora son muy difusos, además que la gama de materiales que mostraron era demasiado para examinar en poco tiempo. Por lo que, tuve que enfocarme en lo esencial para poder quitarme las curiosidades más importantes y aún así, no parece suficiente la cantidad de respuestas para la cantidad de preguntas que estaban surgiendo. Realmente hay muchas experiencias que me gustaría contar a detalle, pero a veces, lo que tenemos en la cabeza es diferente a lo que realmente es. Me gustaría mucho que mis compañeros compartieran sobre lo que ahora recuerdan de esa salida en el mes de abril, porque llenarían huequitos que tengo dispersos en ese mapa de recuerdos.

Algo que realmente me sorprendió de esa biblioteca y recuerdo bien, fue su Archivo histórico, su Hemeroteca y su Fototeca (permiso al lector aprendiz para corregirme en caso de no usar el término correcto). Estos tres apartados se encontraban en un cuarto de unos 100 metros cuadrados, con un segundo piso de una cuarta parte del piso de abajo, en el segundo piso estaban las personas encargadas de mantener y cuidar los documentos. Imagínense, ese diminuto espacio para unas 19 personas rodeadas de estantes de libros, archivos y cajas, es como si estuvieran viendo un minilaberinto y las personas son como pequeños balines que por más que tratan simplemente no se acomodan y van en bola por todo el laberinto. A comparación de la Biblioteca, estos tres apartados estaban en una terrible situación de falta de espacio. Incluso el calor humano era demasiado para los únicos dos humidificadores que poseían el Archivo y aunque tenia documentos importantes, muchos no tenían el cuidado adecuado y por lo tanto, estaban en espera de eser catalogados, de tener mantenimiento o de una decisión sobre el uso que se les iba a dar y el espacio que necesitaban.

La falta de recursos y de edificios especializados para ser Bibliotecas, Archivos y Centros de Información, es una realidad y es una pena que los profesionales de la información no puedan hacer nada para poder resolver este tipo de problemas. Hace falta que el profesional de la información no se centre solo en ciertos lugares donde es seguro el trabajo, sino que vaya a buscar otras bibliotecas que andan escondidas en otros estados y que vayan trabajándolas para que sean centros de información confiables, efectivos y útiles para los usuarios.

Creo que por hoy es todo, espero que estén listos para el nuevo semestre todos los alumnos que ingresan a sus carreras, de cualquier institución de educación superior. Por mi parte me retiro, deseándoles lo mejor en este semestre.

Gracias por leer a esta aprendiz de la información, bonita noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario