PRECAUCIÓN: Esta entrada está basada en mis experiencias, lea con cuidado, ya que las opiniones no son hechos. Aunque se presentarán algunas estadísticas, la mayor parte del contenido es un ensayo de reflexión para aquellos jóvenes próximos profesionistas, que se encuentran en la encrucijada de la pregunta: “¿y ahora qué hago con mi vida?” y otro curioso interesado que le llame la atención leer sobre esta transición repentina, conocida como: “Adiós universidad, hola vida laboral”. Espero que les sea útil, sobre todo a los colegas del mundo de la información. No digan que no les advertí…
Aquí estoy, ya con más de un año fuera de la universidad y en esa cantidad de tiempo, he leído varios artículos, opiniones y experiencias de distintas personas que proyectan un camino para personas como yo y las puedo resumir en unas cuantas palabras:
- Desempleado
- Pocas oportunidades de empleo
- Malos sueldos
- Sin beneficios de salud o de permanencia
- Falta de experiencia
- Demasiada oferta, poca demanda
- Futuro problemático en el mercado laboral
- Ahorra, porque lo vas a necesitar
La primera experiencia…
Sales de la universidad, fresco, con todos los conocimientos técnicos y administrativos necesarios (hablando específicamente de las profesiones de la información), sí tuviste suerte algún profesor o colega que conociste en la carrera te recomendó a un proyecto pequeño y tienes un currículum decente, al menos con unos dos meses de experiencia profesional. Quizá tuviste otro empleo como vendedor de planes de celular, mesero, en fin. El chiste es que estoy describiendo al menos a la mitad de los compañeros de mi generación, incluyéndome.
Al salir tienes que enfocarte en una sola cosa: tu trabajo de titulación. Se supone. Pero al final te encontrarás con muchos problemas porque por alguna razón en ese período de dedicación al trabajo de titulación, te encuentras en la encrucijada… ¿me dedico al 100% a obtener el título o lo divido con un trabajo que me pueda dar experiencia profesional? Por mi parte opte por la segunda opción. Así que encontré un trabajo de medio tiempo como responsable de una biblioteca en la CDMX, cuyo nombre permanecerá anónimo, pero les juro que esa experiencia fue lo que necesitaba para conocer todo sobre los malos trabajos. Mientras realizaba la tesina, en las tardes iba a mi trabajo como responsable de una biblioteca especializada.
Estaba sola en un espacio de no más de 90 x 60 metros cuadrados, con varios estantes de libros mal catalogados, y un sistema sin actualizar. Llegué a reemplazar a una colega que me recomendó para poder ingresar al trabajo. Pensaba que, por 5,000 pesos, el catalogar libros y estar en una biblioteca tranquila que no tiene mucho movimiento, no estaba tan mal y además me daban “libertad” para poder mejorar la biblioteca como considere, con tal de que beneficie a la institución (que aparte estaba en medio de una evaluación de calidad y la biblioteca era fundamental para obtener una buena calificación).
Aprendí a la mala, que hay personas que te contrataban para que hicieras lo que ellos consideraban que era funcional y no lo que sabía. Eso quiere decir que contrataron mano de obra y no un profesional. Los supervisores de mi jefa me apoyaban de alguna forma, pero aparte el ambiente laboral era realmente pesado. Así que no duré mucho tiempo con la misma motivación con la que entré. Pero aproveché el tiempo desarrollando proyectos personales y que también podían mejorar la biblioteca, así que diseñe un proyecto rústico pero viable para la creación de un repositorio institucional y una biblioteca digital que beneficie a los cuatro campus de la institución que trabajaba.
Cumplía con mi trabajo, pero a la par, pensaba en el futuro y en cómo aprovechar lo que sé e incorporar lo que aprendía para mejorar mis posibilidades.
En resumen, mi primer empleo formal resultó ser como el primer trago, al principio es nuevo, divertido, pero si sigues tomando terminarás con la peor resaca de tu vida. Y así fue, mis últimas semanas son una laguna, porque a pesar de los beneficios que me otorgaban (prestaciones y disponibilidad para poder atender a la escuela), los contras eran insoportables. Porque no sólo me pagaban para hacer realidad su visión (que no era funcional, sólo el mínimo para calificar de aprobado), además tenía que apoyar a un equipo que no tenía un buen trato y siempre pedía apoyo, sin tomar en cuenta que también uno tenía sus cosas por hacer. Sin embargo, esto es poco a comparación de la experiencia que me abrió los ojos: el tener que explicarle a los demás porque es tan importante lo que haces.
Lo que significa ser interdisciplinario en el mundo laboral.
Hay que admitirlo nuestra comunidad bibliotecológica es pequeña y podemos toparnos con varios conocidos en eventos, cursos, redes sociales, blogs, etc. Forma parte de nuestro panorama laboral. Sin embargo, tenemos un problema que no nos enseñan a lidiar en la universidad (en casi todas las carreras) y es que nos enfocamos tanto en encontrar cosas en común que olvidamos por completo que existen otras cosas afuera que también vale la pena conocer, interactuar y más importante aún, compartir con nuestro entorno lo que podemos hacer y desarrollar.
Es más fácil realizar esta labor en ambientes de trabajo sanos y con valores que nos apoyan a identificarnos. Pero la mayoría de los trabajos no tienen un ambiente así y aunque no nos parezca, tenemos que mejorar nuestras capacidades para adaptarnos a un entorno que no es lo mismo que cambiar para ser igual al entorno.
Los problemas del pasante: sin seguro y el círculo del eterno novato
En la actualidad, en redes sociales se han difundido una serie de artículos que habla sobre el oscuro futuro laboral de muchos jóvenes que en este momento pueden ver el mañana con una incertidumbre digna de paralizarnos. Muchos jóvenes como yo, pueden encontrarse con la dificultad de que los puestos de trabajo resultan difíciles de alcanzar, puesto que nos piden alguna cantidad de años de experiencia, es decir, que entremos a trabajar con todos los conocimientos y actitudes para lo que nos van a contratar.
Quieren reducir al mínimo la curva de aprendizaje que se requiere a la hora de ocupar algún puesto de trabajo (porque en TODOS los trabajos, siempre vamos a aprender). Y no considero que sea algo malo, puesto que es una cuestión de definir tus prioridades. Así como no tiene nada de malo decidir si una persona quiere tener hijos o casarse, considero que es importante que también se preocupe por elegir cuándo y cómo va a comenzar su vida laboral.
Ahora lo que en lo personal me preocupa de esta lista es lo siguiente: la cultura del ahorro que hace falta adquirir y los malos sueldos. El hecho de que la mayoría de los contratos ahora se realizan bajo el ámbito de honorarios, nos quita la posibilidad de poder reservar parte de nuestro sueldo para unas vacaciones o viajes, ya ni se diga para un seguro médico o una cuenta para nuestro retiro.
Nos vemos atorados con las Afores y, además, con una serie de explicaciones del porqué no pueden asegurarte la planta. Y si por alguna razón te cae el puesto ideal, tienes que esperar meses o incluso hasta un año para que puedas comenzar a trabajar, porque el trámite administrativo tarda tiempo en procesarse. Buena suerte, porque en una de esas quizá cancelen la plaza por algún descuido o falta de documentos.
Entonces, comienzan las campañas de la cultura del ahorro, y a diferencia de la escuela no te dan un diez si logras cumplir la meta, sino que te dan una posibilidad de poder respirar un poco hasta el próximo depósito. Así que la cuestión del ahorro es una preocupación personal que puede resolverlo uno mismo, el problema se encuentra en el otro ámbito, que son los malos sueldos. Considero que los malos empleos y sueldos que se dan se defienden con la mala excusa de que es el monto a pagar a alguien que no tiene experiencia en el puesto. Lo que nos lleva al círculo vicioso que he decidido llamar “el eterno novato”. Porque siempre estás buscando trabajos que te dan experiencia y no pasas de ese régimen… hasta que se vuelve insostenible seguir siendo el “novato”.
5 consejos para sobrevivir a la crisis del pasante
Entonces, lo prometido es deuda y en el título de esta entrada dije que daría unos buenos consejos que me ayudaron a sobrevivir la crisis existencial.
- Divide y conquistarás. Separa las cosas personales de las laborales. Este es un consejo sencillo, cuando entres a trabajar, recuerda que el estrés esta al tope en toda la institución, incluso en los días más tranquilos el tener a un grupo de personas encerrado en una oficina puede generar distintos cambios de humor y problemas. Así que todo lo que te digan, bueno o malo, tómalo con un par de pinzas y examínalo con objetividad. Este me costó un poco de trabajo ponerlo en práctica, pero al final valió la pena.
- Define tus prioridades. Cuando consigues un empleo, pregúntate cómo encaja en tus objetivos a largo plazo. ¿De verdad vas a dejar el título a cambio del trabajo de becario que conseguiste? Lo mejor es enfocarse en conseguir el título y si puedes ir ganando experiencia en paralelo, pero si no es posible entonces saca adelante el título. Ya que en el trabajo una persona titulada es mejor valorada que alguien que tiene la experiencia, pero no el papelito. Recuerda no caer en el círculo del “eterno novato”.
- Ocúpate. En lugar de preocuparte si vas a tener experiencia suficiente para que te contraten o si el tema de tu trabajo de titulación realmente es tan bueno, deja los juicios de valor a lado y concéntrate en seguir trabajando. No dejes que las dudas te paralicen o hagan cambiar de opinión sobre tu trabajo (académico o laboral). Confía en lo que has estructurado y si ves que puede mejorarse, entonces plantea los cambios a realizar y el tiempo para hacerlos, de otra forma tu trabajo de titulación se convertirá en la obra inacabada durante 5 o 6 años más y eso también significa que el trabajo “temporal” que obtuviste, se convierta en uno permanente.
- Escucha a los demás. Puedes considerar que es contradictorio con el primero, pero al final, incluso escuchar a las personas con las que no estás de acuerdo a través de la mira objetiva, te puede ayudar a solucionar problemas y a reducir los malos entendidos. Lo mismo puedes aplicar en tu trabajo de titulación, escucha a tus asesores y pide a las personas de más confianza que lean tu trabajo o escuchen tus ideas, te ayudarán no sólo a terminar el trabajo pendiente, sino que también pueden ser semillas para trabajos futuros.
- Lo más importante de todo: vive aprendiendo. Quien sale de la universidad sin estar dispuesto a aprender, va a terminar como empezó. Entonces depende de ti si quieres tomar todas las experiencias (buenas o malas) y aprender de ellas. Al final, el camino parece incierto, pero si te sigues moviendo, poco a poco todo adquiere sentido e incluso te motiva a seguir avanzando.
Estos consejos me ayudaron bastante y gracias a todo esto, pude encontrar un trabajo que me ayudo a descubrir el área en el que más me gustaría participar dentro de las profesiones de la información, que son la aplicación de tecnologías de la información y comunicación en la creación de conocimiento y difusión de información. De ahí, obtuve un trabajo como apoyo consultivo y me ha permitido aprender muchas cosas nuevas que pueden beneficiar mi perfil profesional, así como también me ha dado la oportunidad de compartir mis conocimientos con otros profesionales de distintas carreras y que nos han ayudado a mejorar los proyectos en los que trabajamos.
Espero que esta entrada, ayude a todos aquellos que están por atravesar la crisis existencial o que se encuentran en ella en este momento. Por mi parte ha sido un placer escribir en este blog y les agradezco por leer a esta Aprendiz de la Información.
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